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| Herasto Reyes · Periodista y Escritor Panameño · (1951 - 2005) |
Nota del editor:El periodista y escritor panameño Herasto Reyes (Vallerriquito 1951 - Ciudad de Panamá 2005), fue un luchador incansable por los derechos de los seres humanos, como periodista, labor que ejercio gran parte de su vida, siempre le caracterizó un gran sentido social. La lucha por la libertad de expresión y por el libre ejercicio del peridismo de forma responsable, fueron norte en el ejercicio de su pluma.Desde que surgio la idea de sacar a la luz una publicación independiente a través de la Red, hace ya casi un año, Herasto fue una de las personas que apoyo la iniciativa. Lamentablemente no podra ver parte del fruto de su trabajo, Herasto Reyes fallecio el 27 de octubre del 2005.Se reproducen a continuación dos escritos de Herasto, donde deja clara su opinión acerca de la libertad de expresión y del ejercicio del periodismo. Ambos textos fueron publicados por el diario La Prensa de Panamá.
• Libertad de expresión y periodismo
La libertad de expresión también incluye la libertad de informar y su ejercicio corresponde a todos los hombres y mujeres. Nada la debe suprimir o limitar
Por: Herasto Reyes
El asunto es sencillo: se está o no con la libertad de expresión. La libertad de expresión, que incluye el derecho a informar, es un pilar en la garantía y ampliación de las libertades democráticas. La libertad de expresión alcanza a todos los hombres y mujeres sin limitaciones. Ponerle bozal es liquidar esa libertad y con ello se barren otros derechos, los derechos a la participación política, social y cultural, a la movilización y la organización, a vivir en igualdad. El deseo de los que ostentan el poder es poner por encima del derecho público sus afanes de censura y cortapisas contra la libertad de expresión. Por eso los militares impusieron sus leyes mordazas, por eso ahora hay quienes quieren imponer nuevas legislaciones para limitar un derecho del que mucho hablan los papeles y convenios que los gobiernos panameños no respetan. Los estudiantes de periodismo (al menos en un significativo número) creen que ser periodista es tener un papel colgado de una pared en el que se certifique su “idoneidad”. Por ello solo se ocupan de pasar el semestre y no de estudiar. “¿Estudiar para qué?, si 'cualquiera' puede ser periodista”. Están equivocados, el periodismo es una de las profesiones que más estudio (permanente) requiere. La universidad es totalmente insuficiente para capacitarse en una labor, la de informar, que sienta las bases para el ejercicio de la libertad. Si un graduado de periodismo estudió debidamente las leyes gramaticales y los afanes sociales y políticos de su comunidad, así como su historia y su forma de pensar, de seguro que tendrá trabajo fijo. Si no estudia, por más diplomas que tenga no va a dar la talla... Otra cosa importante, digna de comprensión, es que no cualquier persona se interesa por ejercer una profesión que requiere de todo el tiempo, de una vida llena de afanes y de una pasión singular. Así que, aquellos estudiantes que tengan una verdadera vocación de servicio tendrán en el periodismo la profesión de su vida. Hay aspectos que se deben considerar, aparte de la formación está el asunto de un salario justo para disminuir las posibilidades de que se entre en el jueguito de las coimas y los regalitos. El periodista debe vivir honestamente de su salario, debe garantizar la independencia al tratar una u otra información, no puede caer en la trampa de la venta de silencios. No hay excusa alguna para dictar una ley que, tras una careta moralista, busca establecer limitaciones a los medios en un terreno en el cual debe imperar la más firme conducta ética.
La libertad de expresión también incluye la libertad de informar y su ejercicio corresponde a todos los hombres y mujeres. Nada la debe suprimir o limitar
Por: Herasto Reyes
El asunto es sencillo: se está o no con la libertad de expresión. La libertad de expresión, que incluye el derecho a informar, es un pilar en la garantía y ampliación de las libertades democráticas. La libertad de expresión alcanza a todos los hombres y mujeres sin limitaciones. Ponerle bozal es liquidar esa libertad y con ello se barren otros derechos, los derechos a la participación política, social y cultural, a la movilización y la organización, a vivir en igualdad. El deseo de los que ostentan el poder es poner por encima del derecho público sus afanes de censura y cortapisas contra la libertad de expresión. Por eso los militares impusieron sus leyes mordazas, por eso ahora hay quienes quieren imponer nuevas legislaciones para limitar un derecho del que mucho hablan los papeles y convenios que los gobiernos panameños no respetan. Los estudiantes de periodismo (al menos en un significativo número) creen que ser periodista es tener un papel colgado de una pared en el que se certifique su “idoneidad”. Por ello solo se ocupan de pasar el semestre y no de estudiar. “¿Estudiar para qué?, si 'cualquiera' puede ser periodista”. Están equivocados, el periodismo es una de las profesiones que más estudio (permanente) requiere. La universidad es totalmente insuficiente para capacitarse en una labor, la de informar, que sienta las bases para el ejercicio de la libertad. Si un graduado de periodismo estudió debidamente las leyes gramaticales y los afanes sociales y políticos de su comunidad, así como su historia y su forma de pensar, de seguro que tendrá trabajo fijo. Si no estudia, por más diplomas que tenga no va a dar la talla... Otra cosa importante, digna de comprensión, es que no cualquier persona se interesa por ejercer una profesión que requiere de todo el tiempo, de una vida llena de afanes y de una pasión singular. Así que, aquellos estudiantes que tengan una verdadera vocación de servicio tendrán en el periodismo la profesión de su vida. Hay aspectos que se deben considerar, aparte de la formación está el asunto de un salario justo para disminuir las posibilidades de que se entre en el jueguito de las coimas y los regalitos. El periodista debe vivir honestamente de su salario, debe garantizar la independencia al tratar una u otra información, no puede caer en la trampa de la venta de silencios. No hay excusa alguna para dictar una ley que, tras una careta moralista, busca establecer limitaciones a los medios en un terreno en el cual debe imperar la más firme conducta ética.
• La libertad recortada
Intervención del periodista de La Prensa Herasto Reyes ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
Por: Herasto Reyes
Los militares, como algo propio de toda dictadura, no toleraban la libertad de prensa y atacaban directamente. Bajo la jefatura de Omar Torrijos, se tomaron periódicos, cerraron radioemisoras e impidieron la circulación de diarios independientes. Y llegaron después sus sucesores Rubén Darío Paredes y Manuel Antonio Noriega; clausuraron periódicos, rompieron rotativas y a los trabajadores de estos medios les impusieron un cerco de hambre en los tiempos de la mayor crisis de la dictadura. Dejaron, además, un conjunto de leyes contrarias al ejercicio de la libertad de expresión y por ende del periodismo. Vino la democracia y las esperanzas se encendieron: ¡ahora sí los periodistas podríamos actuar con plena libertad al ejercer la labor informativa! Pero no fue así. El gobierno de Guillermo Endara, no solo no propuso en serio la derogación de las leyes de prensa de la dictadura, sino que llegó a demandar a comunicadores sociales como fue el caso de Joaquín Carrasquilla, entonces caricaturista de La Prensa. Después Endara retiró la demanda. En 1994 asume la Presidencia Ernesto Pérez Balladares. Tampoco se hace nada para derogar las leyes de prensa vigentes. La persecución contra los periodistas, bajo este régimen se incrementó. En estos menesteres contrarios a la libertad de expresión, Pérez Balladares tuvo la asistencia del procurador general de la Nación , José Antonio Sossa. Demandaron a periodistas de casi todos los periódicos y aplicaron fórmulas legales de manera antojadiza. Con el gobierno de Mireya Moscoso se derogan, en el 2000, dos de las tres leyes mordaza, pero en su reemplazo se ha presentado un anteproyecto que eleva a la categoría de ley normas de estilo y de ética. La mayoría de las acciones del procurador y sus fiscales en contra de los periodistas se han dado en estos tiempos. Hay que destacar que Moscoso indultó al periodista Marcelino Rodríguez, quien había sido condenado a la cárcel por un aparato judicial de dudosa credibilidad. Les cuento que en cierta ocasión yo estaba citado a rendir una declaratoria en un caso de una acusación de Pérez Balladares contra mí por los delitos de calumnia e injuria. Le expliqué al fiscal que me precisaba el tiempo ya que debía viajar a Colombia para la firma de las negociaciones de paz. Por lo tanto, acordamos posponer las indagaciones para después de mi regreso. Eso fue a las 11:00 de la mañana. A las 5:15 de la tarde había una orden de impedimento de salida en contra mía, pero yo inocentemente había pasado aduanas antes de la hora. Me enteré del asunto cuando llamé desde San Vicente del Caguán. Al mediodía de ese día, el procurador Sossa había destituido al fiscal de mi caso que se negó a firmar la boleta de impedimento de salida; nombró a otro fiscal inmediatamente, quien firmó la boleta que llegó tarde. Para un periodista, la libertad es el pan de la vida. Entendemos también que es la vida de los pueblos. Sobre la libertad es difícil legislar y más difícil aún es legislar sobre la libertad de expresión. Se deben eliminar todas las leyes de prensa. Que las denuncias de calumnia e injuria se vayan al terreno civil, lo cual eximiría a la libertad de expresión de debatirse en celdas, entre rejas. Las quejas de índole laboral de los periodistas corresponderían a la legislación de trabajo. Los gremios deberían ser más beligerantes en el reclamo de mejores salarios para los trabajadores del teclado y el micrófono. Y todos debiéramos preocuparnos más por la formación y por elevar la calidad de nuestros trabajos. Trabajamos la información para el pueblo. Buscamos y publicamos la verdad, no importan las acusaciones de calumnia e injuria, generalmente infundadas, que caigan sobre nuestras cabezas. Sossa no podrá doblar, como quisiera, la voluntad ciudadana que ha defendido incontables veces la libertad de expresión y a los periodistas. Esa es la situación. Se requiere de la eliminación de las leyes de prensa, se necesita parar las acciones del aparataje judicial que comanda la Procuraduría , y requerimos de la libertad de expresión como el pan nuestro de cada día.
Intervención del periodista de La Prensa Herasto Reyes ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
Por: Herasto Reyes
Los militares, como algo propio de toda dictadura, no toleraban la libertad de prensa y atacaban directamente. Bajo la jefatura de Omar Torrijos, se tomaron periódicos, cerraron radioemisoras e impidieron la circulación de diarios independientes. Y llegaron después sus sucesores Rubén Darío Paredes y Manuel Antonio Noriega; clausuraron periódicos, rompieron rotativas y a los trabajadores de estos medios les impusieron un cerco de hambre en los tiempos de la mayor crisis de la dictadura. Dejaron, además, un conjunto de leyes contrarias al ejercicio de la libertad de expresión y por ende del periodismo. Vino la democracia y las esperanzas se encendieron: ¡ahora sí los periodistas podríamos actuar con plena libertad al ejercer la labor informativa! Pero no fue así. El gobierno de Guillermo Endara, no solo no propuso en serio la derogación de las leyes de prensa de la dictadura, sino que llegó a demandar a comunicadores sociales como fue el caso de Joaquín Carrasquilla, entonces caricaturista de La Prensa. Después Endara retiró la demanda. En 1994 asume la Presidencia Ernesto Pérez Balladares. Tampoco se hace nada para derogar las leyes de prensa vigentes. La persecución contra los periodistas, bajo este régimen se incrementó. En estos menesteres contrarios a la libertad de expresión, Pérez Balladares tuvo la asistencia del procurador general de la Nación , José Antonio Sossa. Demandaron a periodistas de casi todos los periódicos y aplicaron fórmulas legales de manera antojadiza. Con el gobierno de Mireya Moscoso se derogan, en el 2000, dos de las tres leyes mordaza, pero en su reemplazo se ha presentado un anteproyecto que eleva a la categoría de ley normas de estilo y de ética. La mayoría de las acciones del procurador y sus fiscales en contra de los periodistas se han dado en estos tiempos. Hay que destacar que Moscoso indultó al periodista Marcelino Rodríguez, quien había sido condenado a la cárcel por un aparato judicial de dudosa credibilidad. Les cuento que en cierta ocasión yo estaba citado a rendir una declaratoria en un caso de una acusación de Pérez Balladares contra mí por los delitos de calumnia e injuria. Le expliqué al fiscal que me precisaba el tiempo ya que debía viajar a Colombia para la firma de las negociaciones de paz. Por lo tanto, acordamos posponer las indagaciones para después de mi regreso. Eso fue a las 11:00 de la mañana. A las 5:15 de la tarde había una orden de impedimento de salida en contra mía, pero yo inocentemente había pasado aduanas antes de la hora. Me enteré del asunto cuando llamé desde San Vicente del Caguán. Al mediodía de ese día, el procurador Sossa había destituido al fiscal de mi caso que se negó a firmar la boleta de impedimento de salida; nombró a otro fiscal inmediatamente, quien firmó la boleta que llegó tarde. Para un periodista, la libertad es el pan de la vida. Entendemos también que es la vida de los pueblos. Sobre la libertad es difícil legislar y más difícil aún es legislar sobre la libertad de expresión. Se deben eliminar todas las leyes de prensa. Que las denuncias de calumnia e injuria se vayan al terreno civil, lo cual eximiría a la libertad de expresión de debatirse en celdas, entre rejas. Las quejas de índole laboral de los periodistas corresponderían a la legislación de trabajo. Los gremios deberían ser más beligerantes en el reclamo de mejores salarios para los trabajadores del teclado y el micrófono. Y todos debiéramos preocuparnos más por la formación y por elevar la calidad de nuestros trabajos. Trabajamos la información para el pueblo. Buscamos y publicamos la verdad, no importan las acusaciones de calumnia e injuria, generalmente infundadas, que caigan sobre nuestras cabezas. Sossa no podrá doblar, como quisiera, la voluntad ciudadana que ha defendido incontables veces la libertad de expresión y a los periodistas. Esa es la situación. Se requiere de la eliminación de las leyes de prensa, se necesita parar las acciones del aparataje judicial que comanda la Procuraduría , y requerimos de la libertad de expresión como el pan nuestro de cada día.
